Uno
de nuestros primeros recuerdos teatrales es un Estudio 1 de Los intereses creados, cuando seguramente ni tan siquiera sabíamos
quién era Jacinto Benavente. Si nos ponemos elegíacos, diríamos
que hay algo esencial en esta obra que la hace permanecer en la
memoria. Pero lo que está claro es que si, por algún extraño
motivo, la versión de José Sancho estrenada en los Teatros del Canal permanece en nuestra memoria, será como ejemplo de una función
en la que todo sale mal.
Benavente
no está considerado precisamente como un representante de la
vanguardia dramática, pero apostaríamos a que el montaje estrenado
en 1907 en el Teatro Lara fue más moderno que el que hemos visto en
este 2012. Todo es pesado, sin la más mínima aportación de
ingenio, sin ningún ritmo, sin el menor rastro de creatividad. Solo
se nos ocurren dos explicaciones a tal fracaso: la incapacidad de
Sancho como director; o que haya preferido rodearse de mediocridad
para poder resaltar en su actuación. En cualquier caso, un desastre
absoluto.
Para empezar, nos encontramos con una “escenografía”de Josep Simón basada en unos paneles que recuerdan a esas postales que recrean monumentos famosos con un estilo casi pop. Después nos fijamos en el trajes de Francis Montesinos, reputado modista que ha diseñado para Los intereses creados uno de los vestuarios más horrorosos que hayamos visto. Incluso la iluminación, y esto ya nos hace pensar en algún problema de los Teatros del Canal, tiene incomprensibles errores con focos que van y vienen.
Y
todo eso casi sin que hayan empezado a hablar. Entonces es el turno
de José Sancho, que empieza... y ya no para. En el programa no
aparece ningún adaptador, y no tenemos la obra lo suficientemente
fresca como para saberlo, así que tendremos que asumir que se trata
de una versión totalmente fiel. Nadie lo diría. El Crispín de
Sancho habla y habla, corta las intervenciones de los demás, parece
que se va, pero luego vuelve a hablar. A veces nos preocupamos porque
no tiene tiempo para respirar, otras nos agobiamos porque los que se
están quedando sin un respiro somos nosotros. Francamente, casi
hubiera sido más honrado convertir la obra en un monólogo y así
nos dejábamos de subterfugios.
El
resto de los actores (que sí, que los hay), están a un nivel tan
bajo que habrá que buscar la responsabilidad en su dirección. José Montesinos en ningún momento parece captar la verdadera esencia de
su personaje. Nuria Herrero actúa como si todavía estuviera
ensayando. Manolo Ochoa es un Arlequín mal elegido y peor llevado
(¿alguien se puede creer que sea el amante de Colombina?). En la
parte final Carles Roselló tiene alguna intervención de mérito (se
la tiene que ganar casi a gritos), pero su papel es bien breve.
Los
intereses creados es una farsa, pero merece ser tomada con la mayor
seriedad. En este montaje los verdaderos intereses no son la puesta
en escena de una obra que puede merecer un nuevo vistazo, sino el
lucimiento mal entendido y un trabajo por debajo del mínimo que cabe
exigir a unos profesionales y a un actor que ha demostrado de sobra
que, bien llevado, puede dar mucho más de sí.
Hay cosas de tu crítica que podríamos debatir. Lo de desastre absoluto, nada más lejos de la realidad. La obra ha gustado mucho y lo que José Sancho y el resto de profesionales que intervienen en esta función busca es entretener. Objetivo conseguido. El vestuario de Francis Montesinos es un Benavente con aroma mediterráneo. Se ha considerado todo un acierto y es llamativo, algo alejado de lo que estamos acostumbrados a ver en obras de época. Para una vez que alguien intenta hacer algo diferente no lo vamos a criticar ¿no? Del elenco, Jose Montesinos y Nuria Herrero interpretan a una pareja de enamorados. Pude ver la obra en Valencia con ella y una segunda vez con otra actriz y el perfil del personaje era ese; y lo de Manolo Ochoa, el vestuario quizá no sea el de un arlequín al uso, pero el tono de comedia lo ha pillado completamente. He podido ver varios trabajos suyos en teatro y en televisión y tiene una forma de trabajar muy personal. Lo de Carles Roselló sí que estoy de acuerdo contigo. Hace un trabajo estupendo como juez y cuando está en escena se nota. Tiene mucha fuerza en el escenario y cuando está en el último acto estás pendiente de él. Lo del escenario es así porque ya lo dice Crispín al empezar la obra, es el tinglado de la antigua farsa. No sé si conoces los personajes de la comedia de'll arte, pero esta obra bebe mucho de ahí y están conseguidos.
ResponderEliminarPor supuesto que hay mucho de la crítica que se puede debatir. Me alegro de que a ti sí te haya gustado la obra (nosotros siempre vamos con la mejor predisposición), pero también tenemos que ser sinceros, y la función nos pareció que fallaba en sus aspectos más esenciales. Sobre lo que dices de la Commedia dell'Arte, las referencias son claras, y también nuestra debilidad por este tipo de teatro. Por eso mismo, cuando lo vemos mal representado, nos duele más. No obstante, es cierto que el público (de estreno, que esto también hay que tenerlo en cuenta) reaccionó en general con grandes aplausos. Aunque nos gusta reseñar la reacción de la audiencia, en esta ocasión se nos pasó, pero quede este comentario como constancia de lo que pasó.
ResponderEliminarSinceramente, no sé que representación te habrá tocado, pero has tenido mucha mala suerte. Yo fui a verla en Valencia y me encantó tanto como para repetir. Fue una obra muy buena y supera de largo la adapción para TV de Pérez Puig. Es verdad que José Sancho acaparaba, pero no tanto como para criticarle, y que Montesinos es un actor poco brillante (le he visto en otras dos obras y sé de lo que hablo), pero Nuria Herrero lo hizo bien y en casi todo lo demás que dices no puedo sino disentir.
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