Salimos
del “lamentable espectáculo” totalmente derrotados. Nosotros,
que creíamos que Shakespeare era imbatible, tuvimos que reconocer
que la insoportable banalidad de la modernidad lo había dejado hecho
añicos. La representación más academicista de un shakespeare
puede sobreponerse al aburrimiento que provoca, porque en el fondo
siempre se encontrarán las maravillosas palabras del poeta y sus
siempre renovadas ideas. Un montaje de aficionados sublimará la
falta de medios y talento con el entusiasmo de sus participantes.
Pero cuando el autor es una mera excusa para que el Director muestre
su Genialidad, da igual que se trate de Shakespeare o del BOE, lo
único que transmitirá la obra es vacua pretenciosidad.
Porque
en Forests el Genio (preferimos omitir el nombre) hace todo lo posible por
situarse por encima del texto. No aporta nada, no enriquece,
simplemente hace sus monerías para que unos cuantos (pocos, a tenor
de los aplausos finales) queden deslumbrados por su capacidad
rompedora y su atrevimiento. Pero lo que hace es boicotear desde
dentro cualquier propósito de elevación. Cuando los actores recitan
el texto, aún en los pocos momentos en los que parecen hacerlo en
serio, al espectador solo le llegan palabras huecas sin ningún
significado. ¿Cómo es posible conseguir esto con el mas grande
autor de todos los tiempos? Ahí ciertamente concedemos una capacidad
casi sobrehumana.
Tenemos
que decir que nos dio verdadera lástima ver a un actor al que
admiramos, como es José María Pou, hacer el mamarracho de principio
a fin. Aunque también nos dio pena el papelón que tenían que hacer
los otros actores, pese a que no les conozcamos. Y los quince minutos
finales (aunque pudieron ser cinco, el tiempo se dilataba de una
manera que desafiaba los principios de la física) en los que Maika Makovski tenía que estar tumbada boca abajo con una bolsa en la
cabeza demostraron que al menos su música servía para aligerar la
angustia: si toda la representación fue un despropósito, esa parte
es simplemente infernal. Sí, por cierto, esta fue una de las cosas
que se nos pasó por la cabeza: a lo mejor el propósito del Genio es
más ambicioso de lo que pensábamos, con esta obra nos incita a
comportarnos de manera piadosa al recordarnos que el Infierno puede
ser un suplicio casi inconcebible.
Las
normas de este blog nos impiden usar palabras gruesas, por lo que nos
ahorraremos diversos calificativos, y además no queremos caer en
discusiones tan anticuadas como la supuesta modernidad de esta obra
(¿un tipo con un cubo en la cabeza? Por favor), por lo que no
diremos que Forests
no es teatro, ni tan siquiera que es anti-teatro. Es algo mucho peor,
algo que hace daño a cualquier amante de este arte, algo que quizá
debería estar prohibido no por la censura, sino por las autoridades
sanitarias.
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