30/ 40 Livingstone es una de esas obras de teatro que leídas no deben
de tener ningún sentido, y seguramente poca gracia. Bandadas de
profesores de escritura dramática caerían fulminados si tuvieran
que hacer frente a su revisión. Y sin embargo, verla supone una
experiencia impagable, una infusión de buen humor sostenida durante
sus fugaces 90 minutos. Sería fácil endosarle el típico eslogan de
“no me reía tanto desde...” y rellenar con una fecha que empieza
por 19.
Ya
desde el inicio el espectador entra en un mundo desconcertante del
que nunca saldrá. ¿Qué está pasando? A mí no me preguntes. ¿Qué
va a pasar ahora? Yo creo que ni los autores lo saben. El espectador
puede tentarse la ropa. ¿No estaremos ante una de esas ocurrencias
dadaístas que envuelven en vanguardia lo que no es otra cosa que
falta de ideas? Pero, en este sentido, la incertidumbre dura poco. En
cuanto Sergi López empieza a hablar con su padre, comienzan las
carcajadas y la búsqueda de un “mensaje” o de alguna coherencia
se hacen innecesarios.
Cierto
que hay algunas inevitables referencias de actualidad, y que no sería
difícil ampliar la interpretación de la obra hacia terrenos
políticos o existenciales. Nosotros nos decantamos más por una
hermenéutica teatral, pero son cosas nuestras. En cuanto a la
coherencia, ni tan siquiera el personaje interpretado por Sergi López
mantiene una personalidad descifrable. Sus cambios de humor
instantáneos, sus variaciones de tono, podrían hacer pensar que se
trata de personajes diferentes. De hecho, la interpretación de López
es tan extraordinaria que podrían colar como personas diferentes. Un
poco de maquillaje, un cambio de vestuario, y sin duda nos lo
tragaríamos.
Porque
el trabajo de Sergi López es tan espectacular que se merecería una
ovación más larga que la obra. Hace poco leíamos que Sarah
Bernhardt inventó el telón más rápido del mundo para asegurarse
un número mínimo de saludos. Esta obra no tiene telón, pero bien
merecería la pena esperar al telón cortafuegos. Y si López está
inmenso, el oficio más sutil de Jorge Picó no desmerece en
absoluto. Es un ejercicio de precisión y de extrema dificultad,
puramente físico. Y Picó transmite la gracilidad del ciervo, su
elegancia y su debilidad, con una fidelidad absoluta. Además, la
química entre ambos actores, el tempo perfecto en el que se mueven,
es otra muestra de su sinergia.
En
esa galería de múltiples personajes en uno, López pasa de niño
asustado en su conversación con el padre a audaz aventurero; después
será un entregado fiel del culto cérvido, un intransigente juez de
tenis, un despiadado cazador... En cada momento su trabajo físico es
desbordante (y digno de elogio que ponga tanto empeño en mantener su
barriga: nunca habíamos visto sacar tanto partido cómico de una
barriga, que tras el desgaste físico que le supone a López cada
función debe de ser mantenida con mucho mimo). Si Picó desempeña
un papel ligero, etéreo, cuidado en cada movimiento, López es más
rotundo, hiperactivo, y con momentos delirantes como la danza que le
dedica a su padre. No menos grande es su trabajo vocal, que pasa por
todos los tonos, desde el sumiso y agudo hasta airado y grave,
pasando por todos los grados intermedios.
Dicho
esto, se podría tomar 30 /40 Livingstone como una obra concebida por
Sergi López y Jorge Pico, que también ejercen como autores y
directores de escena, para su lucimiento. Una sucesión de grandes
momentos postureros. Pero la obra también tiene una gran concepción
dramática, por mucho que pudiera asustar a algunos expertos. Por
ejemplo, la escena en la que López enumera los descubrimientos que
ha hecho a lo largo de sus seis años de aventuras tiene una
sonoridad lírica que demuestra un gran habilidad para la evocación.
Si
tuviéramos que contar “de qué va” la obra, no tendríamos ni
idea de qué decir. Quizá un espectáculo de humor, tenis y
antropología, como se anuncia. Tampoco sabríamos definir el género.
Ni identificar sus temas. No podríamos estudiar su estructura ni
aclararnos sobre el dibujo de sus personajes. No hemos sacado ninguna
conclusión. ¿Qué es esto? En una palabra, teatro.
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