A
veces nos hemos preguntado por dónde irán las nuevas técnicas
interpretativas que nos esperan. Desde el estilo declamatorio
decimonónico hasta el falso realismo actual (que confunde verismo
con ausencia de vocalización), el estilo actoral ha ido
evolucionando en busca de un mayor naturalismo que ya no parece dar
más de sí. Y cambiar hay que cambiar, aunque sea por cambiar.¿Se
volverá a la recitación engolada?, ¿se apostará por el
hieratismo?, ¿habrá robots actores? Si nos fijamos en los grandes
actores (de cine) actuales, como pueden ser Isabelle Huppert o
Joaquin Phoenix, parece que se tiende a la introspección, a una
manera de actuar que, como en todo arte que merece la pena, exige la
participación activa del espectador, quien debe completar lo que tan
solo está sugerido. Pero quién sabe.
En
Oraciones de María Guerrero. Confedrama, Ernesto Caballero no se
preocupa tanto por el futuro como por la historia del teatro, y más
concretamente de las actrices, tan a menudo su verdadero corazón. De
la misma manera que los textos, las formas interpretativas también
pasan de moda, “caducan”, pero igualmente merecen un respeto: no
se puede juzgar con los parámetros actuales la forma en que ejercían
su oficio en tiempos pasados. Y para llegar al estado actual no se
produjo una explosión cámbrica, sino que la evolución siempre ha
sido gradual y pautada. Desde luego Caballero aporta todo su cariño
y admiración a estas gigantes de las tablas que desde la misma
Guerrero a Elena González y Ester Bellver han contribuido a hacer
inmortal un arte marcado por la fugacidad.
Como
decimos, hay amor y devoción en la visión de Caballero, pero no
beatería. Por eso se permite experimentar con su juguete e
introducir la ironía como elemento modernizador. Oraciones
no es una visita guiada por un museo (o pero, un mausoleo) en la que
de manera didáctica se enseña al espectador algo de historia del
teatro, sino una celebración viva y carnal de la experiencia
teatral, que en ningún caso debe ser fría y deferente, sino directa
y peligrosa. El mecanismo elegido por Caballero es tan sencillo como
eficaz: una recopilación irónica de varios textos emblemáticos del
teatro español del siglo XX y la evocación de algunas de las más
destacadas intérpretes de cada generación, con precisas dosis de
humor y delicadeza.
En
cuanto a los autores elegidos, que ya en su enumeración provocan
pasmo, Caballero lo habría tenido muy fácil para buscar una
sencilla parodia (y si Echegaray parce un blanco fácil, qué decir
de los autores más actuales). Sin embargo ha preferido ser
respetuoso con su legado, seleccionando extractos muy representativos
y que a la vez permiten el lucimiento de sus actrices. Sin dar
lecciones ni situarse en una posición condescendiente (incluso la
incorporación de un texto propio parece apropiada), en menos de una
hora el espectador puede comprobar los cambios radicales de la
dramaturgia española en el último siglo. Y es que el teatro
adelanta que es una barbaridad. Pero no nos engañemos, aquí lo
importante son las actrices.
Para
conseguir su objetivo Caballero tenía claro que debía confiar todo
el éxito de la empresa en dos intérpretes soberbias, y tanto Elena
González, cada vez más inspirada, como Ester Bellver, a la que hay
que encorsetar para poder domarla, cumplen su cometido con gracia y
genialidad. Lo de González es tanto un regalo como un reto
mayúsculo, ahí es nada ejercer de médium para dejarse encarnar por
Margarita Xirgu, Elvira Noriega o Concha Velasco (por no hablar de la
Virgen María). Más allá de la imitación personificada, González
clava cada uno de los muy diversos estilos logrando un equilibrio
casi metafísico al transfigurarse por completo y a la vez marcando
su propia personalidad. Por su parte, Bellver, no se limita a ser la
asombrada testigo de tal pandemónium, manteniendo en todo momento
actitud y saber estar. Además de demostrar con su brillante mashup
que también puede transformarse en quien quiera sin solución de
continuidad, cuando le llega el turno se desmelena y consigue
transformar el escenario en su territorio particular.
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