Ya
hace unos cuantos años que vimos una versión de Splendid's dirigida
por José Carlos Plaza que nos pareció bastante sosa y fría, pero
comparada con esta de Arthur Nauzyciel era The
Rocky Horror Picture Show.
Para empezar ponen un corto malísimo de Jean Genet (si lo firmara un
Jean Dupont, estaría olvidado en un sótano sin perspectivas de
volver a ver la luz del sol). Bueno, pensamos, a lo mejor lo ponen
para contrastar. Pero qué va, lo que viene es peor. El corto solo
sirve para comprender algunas claves de la puesta en escena y para
dar el tono a las amaneradas actuaciones. Para definir la obra en sí,
el adjetivo aburrido se queda corto, habría que inventar un nuevo
concepto. De hecho, parece que está hecha así a propósito, como si
se hubiera reunido un comité para buscar los métodos más efectivos
de amodorrar al personal.
Pero
no, el resultado está demasiado conseguido como para ser obra de un
comité, solo puede ser la creación de un genio del mal, un dios
destructivo o un psicoanalista lacaniano. La cosa consiste en soltar
a los actores en medio de un decorado que sufre gigantismo y que
estos, más que interpretar, se pongan a recitar el texto. Y poco más
puedo contar, porque a los veinte minutos o así desconecté por
completo. Los chicos hablaban y hablaban mientras que yo me entretuve
buscando los seis grados de separación entre Max Schreck y Willem
Dafoe y repasando algunos grandes éxitos de Jeanne Moreau. Entre
tanto, un goteo constante de abandonos y desfallecimientos varios. Al
final, la parte del público que no se había quedado catatónica
aplaudió con moderación, más allá de algún caso aislado de
abucheo y pataleo por allá y alguno puesto en pie por acá, aunque
no podemos descartar que se tratara de un calambre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario