martes, 12 de abril de 2016

Los vecinos de arriba (Teatro La Latina)

En cuanto se levanta el telón, la escenografía de Alejandro Andújar nos indica que penetramos en territorio bobo (en el sentido francés de bohemios burgueses). Y no tardaremos mucho en descubrir que Julio es una especie de con y un poco más tarde que Brian es un poquito cochon. Y es que Los vecinos de arriba tiene mucho de teatro de bulevar, una de esas comedias típicas con su puntito de transgresión que, si entran bien, se puede convertir en un éxito duradero (y ahí tenemos todavía El nombre para demostrarlo) y que en sus mejores momentos se acerca al nivel de una Yasmina Reza. A tenor de lo que nos encontramos durante la representación, con un público que llenaba el Teatro de La Latina y que durante toda la función se mostró totalmente entusiasmado, parece que Los vecinos va a conseguir su objetivo.

Nos da la sensación de que si Cesc Gay ha convertido esta historia en una obra de teatro y no en una película es porque conceptualmente se ajusta a lo que tradicionalmente se entiende por teatral: unidad de espacio, tiempo y acción. Y esto, que queda un poco antiguo, podría parecer un contraste con la temática de la obra, sin pelos en la lengua, como se diría también hace un tiempo. Pero la realidad es que esta provocación ya no es tal: Los vecinos es una obra apta para cualquier tipo de público y sus momentos más exaltados no van más allá del guiño cómplice. Y tampoco nos parece mal: el resultado es divertido, confortable, una buena tarde de teatro en la Latina, como toda la vida.


Esa comodidad, sin duda apoyada por la reacción del público, hace que los actores por momentos se deslicen demasiado al “tú ya me entiendes”, jugando un poco para la galería. Xavi Mira interpreta al ya institucionalizado personaje del cuñado buscando sin disimulo el codazo de la identificación, y aunque abusa de ciertos tics, su trabajo es realmente efectivo. A Candela Peña le basta pedir otra copa de vino para ganarse el aplauso del respetable, y con este viento a favor compone un personaje tipo Catherine Frot (aplatanado con ganas de rebelarse) que se lleva todo el cariño del público. Pilar Castro es una oportuna psicóloga capaz de resolver problemas intrincados en una única sesión de terapia. Más contenida que sus compañeros, es capaz sin embargo de mantener el ritmo. Andrew Tarbet es el elemento explosivo, capaz de dinamitar el statu quo con su franqueza y su impulso.

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