viernes, 2 de diciembre de 2011

La avería (Matadero Madrid)


Es curioso que tras nuestra última reseña nos hayamos enfrentado a una obra como La avería, de la que nos será tan difícil extraer algo bueno. Al menos podremos decir que al finalizar, el númeroso público estalló en una salva de aplausos y bravos que nada de lo visto hasta entonces hacía presagiar. Con nuestra experiencia en las salas teatrales madrileñas, si no otra cosa, al menos hemos aprendido a detectar cuándo una obra funciona, cuándo el público se implica y cuándo está más pendiente del reloj (aunque sólo sea por las luces de los móviles) que del escenario. En el caso de La avería nos pareció percibir que la mayoría de la audiencia estaba compartiendo nuestra impaciencia y nuestras ganas de que la prueba terminara; y sin embargo, al final parecía que habían entrado en trance (curiosamente, sólo a la parte central de la grada, los laterales permanecieron impasibles: esto es digno de estudio).


Por suerte, hay algo más que destacar en la obra, y es la interpretación de José Luis García Pérez. Al ver el reparto no hubiéramos apostado porque fuera él quien se llevaría la función, pero mientras los demás actores se ven coartados por las máscaras y por una grandilocuencia, por una pomposidad impostada que acaba con los mejores esfuerzos, García Pérez es capaz de hacer evolucionar a su personaje por una extensa galería de emociones y sentimientos. No solo se trata de esfuerzo, sino de verdadera comprensión de las complejidades de su personaje y una tremenda eficacia a la hora de mostrarlo sin pasarse, pero también con atrevimiento (y todo ello esquivando las trampas de la puesta en escena).


Desgraciadamente, no se puede decir lo mismo del resto de los actores. La pobre EmmaSuárez tiene que cargar con un personaje entre surrealista y ridículo. Primero le toca la parte de la comida, con las absurdas danzas y rituales que no se sabe muy bien a qué vienen ni cómo es posible que gente con tanta experiencia teatral como la que ha levantado este montaje no haya detectado en lo que es, es decir, una memez. Y en la parte final no mejora, sino que en el papel de una especie de pitonisa no deja de soltar chorradas al son de una fanfarria que parece sacada de un concurso televisivo. Fernando Soto, Asier Etxeandia y José Luis Torrijo tienen que sufrir unos caracteres guiñolescos y pesados con los que hacen lo que pueden, que no es mucho. Supongo que a todo el mundo que ve la obra le surge inmediatamente la misma pregunta: ¿y por qué Portillo no ha elegido a actores mayores? Ni idea.


Pero esa es solo otra más de las muy cuestionables decisiones de dirección. El equipo es irreprochable, nadie lo duda, la escenografía de D'odorico es tan espectacular como cabe esperar, el vestuario de Elisa Sanz es magnífico y la iluminación de Pedro Yagüe (pese a que se fundieron algunas luces) es tan profesional como cabe exigir. Pero de qué sirve todo esto cuando te da la sensación de que lo que te están contando podían haberlo hecho en quince minutos. La primera media hora es espantosa, pero es que luego te das cuenta de que no va a ninguna parte, y cuando llega el clímax con el juicio, ya como que no te importa. Las reiteraciones son exasperantes, los subrayados ruborizan, las explicaciones te hacen pensar si te están tomando por tonto.


Hay un recurso típico en las novelas de detectives baratas en las que un personaje dice “no he visto ese cuchillo en mi vida”, y entonces el sagaz policía replica “¿y cómo sabe usted que le mataron con un cuchillo?”. En La avería esta situación se repite al menos una docena de veces. Esa es la manera de hacer avanzar una acción hierática, esa es la manera de tratar al espectador. 

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo en casi todo. El texto es un tanto plano y puede llegar a cansar, pero el trabajo de los actores es inmenso. Hasta Emma Suárez que es plana donde las haya, hace bien su papel. Es verdad que en la parte final, cuando casa cartas del tarot, no tiene el más mínimo sentido, pero evidentemente ella no tiene la culpa.
    No voy a decir nada de Trapps porque la debilidad que tengo yo por ese actor me impide ningún tipo de objetividad, pero creo que es cierto que está magnífico. Pero creo que los demás también lo son.
    Y por Dios, el numerito de las comidas puede llegar a chirriar,pero el del queso es una obra de arte. (Estaba en el centro ¿influirá eso en mi percepción?)

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