jueves, 30 de abril de 2015

Pingüinas (Matadero Madrid)

Al principio de la representación de Pingüinas una de las actrices ordena al público que aplauda y se ponga en pie... ¡y el público obedece! Bueno, se puede entender. Lo más raro es que al finalizar la función el público también aplauda. Porque lo que se ha visto durante dos horas es uno de los mayores despropósitos a los que hayamos asistido, solo a la altura de algunos de esos bodrios de compañías extranjeras que se cuelan en ciertos ciclos con pretensiones y sin criterio. Parece como si Juan Carlos Pérez de la Fuente hubiera querido iniciar un reinado del terror diciendo “aquí estoy yo, voy a hacer lo que me dé la gana y encima me vais a aplaudir”.

En un extremo totalmente opuesto al de Carta de amor (Como un suplicio chino), su anterior y memorable colaboración con Fernando Arrabal, Pérez de la Fuente ha tirado la casa por la ventana con un espectáculo modertiguo (por no decir antimoderno), de esos que en los años 70 podrían parecer muy transgresores y tal, pero que visto hoy en día en el mejor de los casos produce ternura (aparte de un aburrimiento sideral o momentos de estupor: ¡ese Que viva España!). Hay mucho aparataje, tecnología supuestamente a la última y hasta fuegos artificiales, pero tal despliegue escénico no oculta la vacuidad y la falta de ideas del montaje.

Y el texto tampoco es que ayude. Supuestamente es un homenaje a Cervantes, pero en realidad no hay ni gota de espíritu cervantino, solo una acumulación de refranes y de comparaciones tipo Chiquito de la Calzada (ya quisiera). Tenemos que admitir que a los quince minutos ya habíamos desconectado de lo que pasaba en el escenario, pero cada vez que regresábamos de nuestros viajes mentales nos encontrábamos con las mismas abusrdeces repetidas una y otra vez, con una pretendida complejidad que en realidad no transmite más que tedio. Si el texto se hubiera compuesto eligiendo palabras al azar de un diccionario y frases de un almanaque, no habría demasiada diferencia. Bueno, ni si lo hubiera redactado un mono con una máquina de escribir.

Sí, Pingüinas da vergüenza ajena, pero también pena, sobre todo por sus actrices. Suponemos que ellas tienen que saber mejor que nadie el despropósito en el que están metidas, y sin embargo deben dar la cara cada noche. Si no son conscientes, que les sea leve. Pero de todas maneras tienen que sufrir con ese texto tan prolijo y reiterativo, recitado siempre en movimiento, con un desgaste físico agotador incluso para el espectador. La peor parte se la llevan las tres actrices protagonistas, quizá por suerte casi irreconocibles, pero el resto también tiene su momento de monerías (ese Qué viva España...).

Según nos cuentan, la mismísima Ana Botella ha asistida al estreno oficial. ¿Qué se le pasaría por la cabeza durante la representación?

Madre mía del Amor Hermoso. Con lo que me río yo con Bertín y me traen a ver esto, para que luego digan que una siempre hace lo que le da la gana. Qué suplicio, por favor. Y luego no diré nada, porque encima me llamarían tonta, pero esto no tiene ningún sentido, menudo bochorno. Hala, y ahora salen con Que viva España. Y Jose en Miami, no, si los hay con suerte. No sé cómo la gente viene al teatro, te lo digo de verdad. Y luego dicen que si el iva, que si no sé qué. ¡Pero es que ni regalado venía yo! Si no fuera porque una tiene sus compromisos y sabe sacrificarse. Además, estos malditos han puesto el escenario de tal forma que ni aunque quisiera podría irme. ¿Y si simulo un desmayo? No, que no me gusta ser el centro de atención. Por otra parte, ¿debería echar al tipo este o ahora quedaría mal? No, mira, no me voy a meter en líos, total, pa lo que me queda en el convento. Bueno, vamos a sacar provecho a las clases de yoga y voy a intentar dejar mi mente en blanco, en algún momento tendrá que terminar la cosa. Venga, Ana ----------------------------------------------.


Quién nos iba a decir que íbamos a penetrar en la mente de Botella y que encontraríamos allí unos pensamientos tan afines. 

2 comentarios:

  1. Qué lástima que no leyera tu crítica antes de ver Pingüinas! Me hubiese ahorrado 22€ y dos horas de tedio insufrible. Vi, en su momento, Carta de amor (como un suplicio chino) y me gustó tanto que fui a ver esta función sin leer críticas. Error. La escenografía, el vestuario y las actrices son estupendos, pero el texto es tan malo que a los 15 minutos solo me quedaba aguantar estoicamente los chistes gritados sobre Espinete y la abeja Maya, las referencias a los cojones y tocamientos de las actrices como si eso fuera el colmo de la modernidad y transgresión y los vuelos del tal Cervantes con cara de alelado sin poder escapar porque tendría que atravesar el escenario. En fin, suscribo completamente tu crítica. La próxima vez te leo antes

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  2. Oh, sí, un bodrio insufrible !! 100 % de acuerdo con la critica.

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