Suponemos
que para nosotros un Festival de Otoño no es realmente un Festival
de Otoño (ni tan siquiera en Primavera) si no asistimos a lo que
técnicamente se denomina como “coñazo”. Quizá por eso, y en
contra de nuestros buenos instintos y de la apariencias, fuimos a ver
El alma de las termitas, una cosa (no es teatro, desde luego,
pero tampoco sabríamos si llamarlo performance*, no es cuestión de
ponerse faltones) a la que no le encontramos más objeto que el de
explorar los límites del aburrimiento hasta los que el ser humano
puede llegar.
La...
cosa comienza con una larga conferencia de un entomólogo que habla
sobre el apasionante mundo de las termitas. Bueno, es tal cual una
conferencia sobre termitas. Josse de Pauw hace bien de profesor, le
pone ganas, algunas gotas de humor, y la cosa pasa. Aunque no
llevábamos reloj ni móvil, nos las apañamos para ver que poco
después habían pasado 45 minutos. No está mal, sobre todo teniendo
en cuenta que lo que venía después era mucho peor.
El
profesor se calla, se tumba encima de la mesa, y aparecen dos
músicos, un violinista y un multiinstrumentista. Lo que toca creemos
que es algo atonal, aunque a lo mejor es solo ruido. El profesor se
levanta y empieza a “cantar”. Así, entre comillas. También
grita y dice alguna cosa que no acabamos de entender. Es lo que tiene
el flamenco (nos referimos al idioma).
Luego
viene la tercera parte, en la que el profesor cuenta una historia de
su juventud. Algo del Congo, un amigo asesinado, una mujer deseada,
un acto de cobardía. La historia va dando saltos y entre medias Pauw
canta de vez en cuando y los músicos también tienen sus momentos de
gloria.
Reconocemos
que en algún momento de la función pensamos, porque nos dio tiempo
a pensar en muchas cosas, que a lo mejor la cosa tenía un
significado oculto que no llegábamos a comprender. Pero al final
Pauw desaparece, los músicos se ponen a hacer la banda sonora de un
vídeo en el que una termita no deja de dar segolpes, y acaba por
reaparecer Pauw vestido de novia. No, no nos habíamos equivocado, se
trata de una chorrada descoumunal.
Muchas
veces nuestros gustos divergen de los de la mayoría del público y
entonces tenemos que elaborar sofisticadas ideas para comprender
estas diferencias de opinión. Pero en esta ocasión hubo unanimidad:
pocas veces hemos asistido a una ronda de aplausos tan fría y
desangelada. La verdad es que es un momento bastante triste, pero
bastaba recordar la hora y media pasada para que esta gente de LOD no
te dé ninguna pena.
*En
el programa de la obra se destaca una cita de Hugues Le Tanneu de Les
Inrockuptibles en la que este habla de “performance”. Pero es una
cita rara. Aparte de que diga que es “Divertida,
insidiosa, una mordaz performance”,
lo que hace pensar que está hablando de otra cosa, en realidad el
nombre de este escritor es Hugues Le Tanneur, pero según la página
de LOD escribe en Les Incorruptibles (dudoso). En cualquier caso, no
hemos sido capaces de encontrar esta cita en su lugar original.
Torpeza nuestra, sin duda.
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